Algunas reflexiones

Hace un tiempo leía a un autor que citaba y desarrollaba un pensamiento de Santo Tomas de Aquino quien enseña que es imposible vivir una vida moralmente recta si no hay una cierta porción de lo agradable presente todos los días. Si no hay lugar para estas pequeñas satisfacciones, porque el hombre necesita y busca lo agradable, ¿Cómo vamos a combatir la prostituciòn, el juego, el alcoholismo, las drogas y otras cosas? No hay manera de encausar esta realidad sino dándole porciones de belleza…
Cuando Rocco me pidió que le escriba unas líneas para el blog sobre el proyecto enseguida pensé en esta última frase que tenía bien presente en mi cabeza: No hay manera de encausar esta realidad sino dándole porciones de belleza.
No quiero explayarme mucho en esto pero uno sabe del contexto en que viven algunos de estos chicos y puede imaginar pero no conocer y comprender como repercute ese abandono en el desarrollo psíquico, moral y emocional de un chico, cuanto esto lo marca y determina para todo el transcurso de su vida.
Creemos que somos también socialmente responsables de ello.
Por eso el arte y el vinculo sano y afectivo con los chicos se vuelven una herramienta poderosa no para combatir y eliminar directamente la pobreza, pero si para sanar o prevenir sus heridas mas horrendas. Ese abatimiento espiritual y funesto que trastoca todo el orden interno de una persona.
El arte lleva luz a ese interior de las personas.
La alegría es el bordado, la cara más visible de esta verdad que construye el entramado de arte y vínculo afectivo.
Alegría que podemos comprobar y compartir en el taller cada vez que nos toca la grata tarea de hacer arte con los chicos.
La madre Teresa decía que la alegría es como el resplandor del amor de Dios, y hablando sobre la tarea de las hermanas de la caridad, repetía que lo más importante que hacemos es sonreír a la gente.
Impresiona sin duda que este gesto tan simple, básico y la mayor de las veces desapercibido sea, para quien a levantado una obra tan vasta y visible a lo largo y ancho de cinco continentes, “lo mas importante que hacemos a la gente”. Escribe el poeta bengali, Rabindranah Tagore:

Dormía y soñaba que la vida
No era más que alegría

Me desperté y vi que la vida
No era más que servir

Serví y vi que en el servir
Estaba la alegría.

Así leídas nomás pueden sonar como un juego de palabras fáciles y melosas, pero cuando uno realmente es alcanzado por ello, cuando se experimenta esa energía vital en la que uno queda envuelto antes, durante y después de compartir con los chicos el taller, se conoce y se comprende el significado simple, real y profundo de esa alegría, porque esa alegría que sucede en un taller de arte, con los chicos, en el barrio es la mayor de las veces, para docentes y alumnos una experiencia transfiguradora.

Desde el lugar privilegiado, de quien ha sido beneficiario directo de esa alegría maravillosa quiero agradecer a toda la comunidad de Niño Dios que tan amistosamente nos han brindado un espacio y abierto sus manos.
A Carlos por su generosidad y confianza, por su espíritu emprendedor e inmenso entusiasmo que tiene puesto en el proyecto.
Al Rocco- Man, ese especie de Superhéroe y amigo que todo lo abarca como un arquitecto inmenso de mirada amplia y clara para lo grande y lo pequeño, sensibles antenas de chapulín en la cabeza para captar el rumbo prudente y adecuado ante cada nuevo paso.
A las 3 Mosqueteras, mis compañeras y amigas de taller, Anita, Jime y Gabito, personajes lindos y queribles que me hacen inmensamente feliz compartiendo este tiempo y espacio conmigo.
Y de un modo especialísimo a todos los chicos y chicas del barrio Niño Dios y Juan Pablo II, los verdaderos hacedores y protagonistas, sujetos y predicado de todo lo que allí sucede y de todo lo que desde allí se valla gestando con el tiempo.
Diego